12.8.05

Train

Que rápido se pasan los días en vacaciones, te quieres dar cuenta y ya tienes un lunes de vuelta, de regreso, a la mesa, a encender el fax y quitar el contestador, a revisar documentación y contestar los correos que se han ido acumulando todos estos días. Todo previsible. Los días, las horas, el horario.
Perdiendo el tiempo por Madrid compré un libro ("Train" de Dexter), novela negra que me recordó esa California de Ellroy, calor y camisas almidonadas, gárgaras, cuchillas de afeitar y motores diésel, palmeras y campos de golf para ricos, escopetas de cartuchos, perros, yates, dinero. Todavía quedan lugares en los que perderse, desaparecer sin cobertura siquiera unas horas, escuchando a los grillos, a los niños que, antes de comer, se pelean, revolcándose en la arena (no molestéis a esta familia).
Evitar la espiral (descendente) de pensamientos destructivos. Mejor el lineal, esa sencillez de los sabios, no darse importancia, vivir a corto medio, se lee: cada día tiene su afán, mirad las aves del cielo.